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Música

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El Sabio de las palabras (IV, y seguramente última)

Tardó alrededor de unos veinte minutos en llegar al puerto planetario. Abundaban en aquella zona los maleantes y debía esquivarlos, a no ser que deseara una muerte rápida pero agobiante. Éstos se escondían entre la chatarra usada, anhelantes de oportunidades mejores en la vida. Pero estas no llegaban, de modo que disimulaban su amarga impotencia desde la violencia a gente con mejor suerte.
Cuando llegó, el vehículo ya estaba allí, humilde, pero eficiente, tal como lo imaginó, pues no esparaba mucho del servicio de transporte por teléfono; rojo parduzco, oxidado, achatado por el morro, y con los cristales rayados, diciendo cuantísimos nombres inconexos, escritos en su día por tipos maleducados y, como podía observar Edelmiro, de mala ortografía.

La conductora, tal y como la imaginó; Primitiva Sbthmask, cuarentas años (los de su raza, para Edelmiro parecía tener más de cien), fuerte, torso ancho y abultado (quizá exageradamente), de mirada segura y a la vez crédula, voz con un toque viril y severo, perdiendo así el posible encanto femenino que pudiera encontrarle alguien. No se andó con remilgos y espetó a Edelmiro para que se subiera a la nave.

El camino fue largo e incómodo, pero Edelmiro abandonó la nave a mitad de camino; además, se percató de que Primitiva poseía unos pequeños cuernos en la nuca, casi indetectables a simple vista. Justo antes de su partida, Edelmiro fue sorprendido por Primitiva:

-Y usted, señor...¿Edelmiro?¿qué ace una persona como usted, el gran sabio de las letras, en un lugar como este?
-Busco el significado de una palabra.
-Con que de aventuras, ¿me equivoco?
-Sí, en efecto, esa palabra es "injusticia"-pronunció la palabra vocalizando mucho.
-¡Ah, injusticia! En mi tierra se usaba mucho, y creame, no era nada bueno.
-¿Si?¿Y que era?
-Prefiero no decírselo. Además, si yo fuera usted, dejaría esa búsqueda tan..."interesante". Todos necesitamos algo desconocido, algo inexplicable, que no sepamos responder, que nos provoque esa sensación de que hay algo más allá, más lejos de nosotros, aunque sea algo insignificante; no podemos querer saber todo, poder todo, porque entonces...¿qué haremos? mi consejo es que dejes atras esa inquietud de la palabreja y busques otras mejores.

A Edelmiro le llegó al corazón.(No asi a Primitiva,la cual solto un gargajo espacial por la ventanilla) Decidió que estaba a tiempo de rectificar y cambiar. Se asomó por la ventana; estrellas, estrellas...y estrellas.

De modo que Edelmiro, el Gran Sabio de las Palabras, abrió la puerta del auto y, tras despedirse de Primitiva con un emotivo "gracias"(y ella con un gargajo)...se lanzó al vacío.


FIN

Y esto es todo. Seguramente Edelmiro se encuentre ahora por una de esas estrellas insignificantes, buscando quién sabe qué, con el simple deseo de maravillarse...
Aquí acaba El Sabio de las Palabras.

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