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Música

lunes, 21 de diciembre de 2009

Bajo el árbol de navidad

Ese alarmante grito de júbilo, esa ruptura de sentimientos habituales, aquella espontaneidad de movimientos, aderezados con un toque de misterio y falta de indiferencia, caracterizaban al joven Matías por aquellos días de nieve, frío, consumismo e Ilusión desmesurada.

Efectivamente, se acercaba la Navidad, se palpaba por todos los comercios, las calles, las avenidas; el macro imperio Castañero situaba a sus tropas por todo Madrid, las luces navideñas cubrían los árboles de los parques, y unos tanto extraños decorados de una tal Ágata Ruiz de la Prada colgaban casi mágicamente por aquella ciudad tan grande.
Pero, extrañamente, aquel año...¡Matías no se sentía alegre por la llegada de esta fiesta! Veía todo más sempiterno, más duradero, eterno, cada vez menos efímero, como consideraba él todos los años lo que era la navidad; ilusión, gritos de júbilo, expectación por los reyes magos, por Papá Noel, negar ante todo que eran los padres...Pero parecía que, despues de saber aquella dura y rotunda verdad, veía todo desde otro ángulo, veía cual era la pata que cojeaba de la Navidad.

A la mañana siguiente, todo cambió; despertábase Matías cuando oyó unos ruidos fuertes; eran las cuatro de la mañana, y sus padres estaban durmiendo. Él, un valiente niño de quinto de primaria, se dispuso de una linterna y avisó a sus padres: habían entrado unos ladrones en casa. Suspadres se despertaron al instante, y fueron directos al salón; la figurita del niño Jesús emanaba una tenue luz. Éste se proyectaba hacia el árbol de navidad, y Matías no se lo pudo creer;habñia un pequeño paquete, del tamaño de una cajita de cerillas, que ponía su nombre.
Cuando lo abrió, recuperó por completo la ilusión:

Debajo del árbol había un trocito de una estrella.

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