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Música

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Sabio de las palabras (III)

Edelmiro llegó a su casa más tarde de lo que pensaba. Los demás miembros del jurado de las palabras estuvieron reteniendo, en contra e su voluntad, para que se quedara más tiempo. Pero si les respondía a toda esa gente menos sabia que él que se iba a marchar al planeta 4-B20 el tomarían por loco. Casi nadie de allí, el planeta Junio 71C, había llegado tan lejos en el afán de exploración. Y , por supuesto, Edelmiro no quería manchar su imagen. De siempre había sido un persona influenciada por las opiniones de los demás, cambiando en todos los aspectos de su personalidad para complacer a la gente. Pero, decidió aquel momento que, si quería marcharse de aquella barahúnda de gritos, murmullos e inquietantes cuestiones, debería dejar a un lado las frivolidades y falsas ideas que le habían seguido durante toda su vida. Dijo lo que pensaba y se marchó, sin dejar tiempo de reaccionar a aquella plebe no tan culta como él, en ese vasto mundo de las letras.

Al llegar a su casa, dio de comer a su perro Ping, se preparó una taza de poleo de su tierra y, tras disfrutarla pausadamente, comenzó preparar su maleta.

En aquel paquete de viaje escaseaba buen gusto e interés por la ropa que se llevaría, pero decidió elegir lo mejor para él en el viaje, lo que necesitaría de verdad: diccionarios, libros de métrica, enciclopedias kilométricas, más diccionarios, y por supuesto, libros normales y corrientes para distraerse durante el viaje a aquella tierra desconocida.

Cuando terminó de hacer su maleta, llamó a Ping , le puso una correa, cogió las llaves de su casa, echó un vistazo a su inmensa biblioteca, y se dirigió al puerto planetario.

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